viernes, noviembre 10, 2006

Un Mundo sin Publicidad


Durante el año 2004 tuve la necesidad de utilizar reiteradamente, para llegar a la piscina olímpica, el "express 14", micro denominada así por sus largos e interminables trayectos por los rincones más desconocidos para los captores de postales promocionales de Arica. Luego de nadar unos buenos metros, extenuado tomaba el mismo medio para regresar, y producto del estado en que quedaba me limitaba a mirar absorto, con una mirada perdida, todos los detalles del paisaje que sólo se depositaba por segundos ante mi vista. No había conciencia de lo observado, sólo miraba...hasta que un día tuve la ocurrencia de empezar a contar todos los letreros "Coca-Cola", sintiendo de que una constante tintineaba en algún lugar de la zona gris. Resulta de que contaban mas de 40, y en una sóla avenida.
Como se puede ver, el gran interés de las empresas por pelearse el derecho a instalar carteles o a pintar locales comerciales con su logo no es algo inocuo, detrás de eso hay un maquiavélico interés: sabotear la libertad de pensamiento. Por medio de esas pequeñas señales van sumando poderosos mensajes en nuestro inconsciente, de tal modo que van grabando imperceptiblemente información y preferencias de las que jamás somos concientes. Es un medio violento, pero esas maquinaciones violentistas son de tal sagacidad que no es advertido en lo más mínimo. ¿Cuándo nos hemos sentido molestos por la publicidad en las calles?.
Somos presas de una contaminación visual que agolpa nuestros sentidos, los embota y nos transforman en seres del consumo irrefrenable, no son más que invitaciones a despegarnos de dinero que ni poseemos a fin de satisfacer necesidades creadas.
Es cierto que la publicidad no se restringe a las calles, la televisión es más poderosa aún, pero no es el tema de hoy.
¿Cómos sería un mundo sin publicidad? ¿Calles limpias de esta desesperación por hacernos consumidores infalibles?
Muchos dirán que nuestro sistema económico requiere que los proveedores de bienes y servicios promuevan sus prestaciones para obtener ganancias, de ahí pagar sueldos generando empleos, "la mano invisible"....pero no será que el verdadero pensamiento debería mirar todo desde arriba, criticando primeramente la existencia de tal sistema y sus características...tener las agallas para despertar y decir: por qué aceptamos todo esto? acaso no existe una posibilidad más inteligente?
Daré un pista: este sistema económico lo que menos tiene es una pizca de estupidez. Su modus operandi va por el camino justamente de la publicidad y el adoctrinamiento consumista, a tal punto que cualquiera que desee cuestionarlo sentirá que está cometiendo una herejía contra su cultura, y así todos los intentos de reflexión se van por el W.C. creado por el mismo sistema ante todo intento de reacción.
¿Podemos empezar a cuestionar las bases sin el temor del W.C., y sin importar que nos trivialicen?