lunes, noviembre 22, 2010

Don Cerebro, el dictador


Para muchos no es un misterio que los factores genéticos o fisiológicos determinan gran parte de nuestras conductas, quedando otro porcentaje a cargo del ambiente, esa parte en la que podemos autodeterminarnos dentro del mundo que nos toca vivir.
En este sentido, recientemente BBC Mundo publicó un artículo relacionado con estudios científicos que pretenden determinar la raíz de nuestras conductas, en especial, las proclives "al pecado". Esta publicación nos califica como seres destinados fuertemente a caer en la falta, producto de nuestra naturaleza animal al servicio de los fines instintivos.
Debemos reconocer, que fue hace muy poco que dejamos de recorrer desnudos los paisajes buscando qué cazar o recolectar. Nuestro cuerpo, por miles de años estuvo diseñado para enfrentar los problemas y vicisitudes de ese tipo de vida, ahora nos hemos llevado toda esa maquinaria hacia un estilo de vida totalmente diferente, en el que no corremos por nuestra vida, ni pasamos largos periodos sin comida. 
Como se ha dicho, somos seres a disposición de nuestros instintos: la lujuria sirve para conservar la especie; la gula para obtener reservas para los periodos de vacas flacas; la pereza para no malgastar energías en lapsos sin alimentación; la envida, para instar por superarnos o a aguzar estrategias para derrotar al rival (a veces, muy destructica es esta emoción dolorosa); la soberbia, la verdad es que un poco de ego es útil, pero no abuse (quienes no son propensos al autorealce tienden a caer en depresión); la ira es una emoción básica que tiene utilidades evidentes, sobre todo cuando debíamos defender a la tribu o repeler injusticias (el mundo de hoy nos pide civilidad, cuado la ira rebasa demasiado es peligroso o mal visto, dependiedo de la cultura); la avaricia, bueno, ella depende más de factores ambientales.
En la mayoría de estas conductas, los estudios lograron conocer el modo de activarlas biológica o químicamente, cambiando por arte de magia el comportamiento en unas, en otras descubriendo la parte cerebral que se "enciende" ante cierto estímulos.
Somo prisioneros de instintos avasalladores, ver obsesos mórbidos, al tipo ególatra y soberbio , a aquél promiscuo en adicción, etc. Sin embargo, ¿En qué medida -serviles de la naturaleza- podemos combatir estas fuerzas? Lo que nos hace humanos es la conciencia, con ella -a través del neocórtex- podemos frenar los impulsos...sólo el que cae en "pecado" sabe cuánta culpa es propia (si se da el tiempo introspectivo), sin que la sociedad legitime que la parte biológica exculpe el otro porcentaje.

Los invito a leer el artículo.