viernes, febrero 17, 2012

Atrapado por lo que no depende de tí



Los seres humanos tenemos características heredadas y adoptadas de nuestra genética, educación y medio en que nos correspondió vivir. Asimismo, otras dependen en gran parte de nuestra voluntad, esfuerzo y decisión.

Frente a esta distinción, se comete suma injusticia cuando emitimos nuestros juicios sobre las personas, ya que solemos considerar de modo preponderante -consciente o instintivamente- aquellos factores que no dependen de la voluntad o el querer del sujeto, dejando en segundo plano valorativo las cualidades que sí dependen del libre albedrío.

Tenemos un juez potente y primitivo en nuestro cerebro, que evalúa a la primera mirada, que nos ha sido muy útil para hacernos una rauda radiografía de quién tenemos al frente, para saber si estamos o no frente a alguien peligroso o que podía poner en riesgo la seguridad de la tribu. Por eso es que sigue dominándonos, en la vida debemos seguir usando de nuestros instintos para saber a qué nos atenemos.

Sin embargo, nuestra razón debe dar un segundo aire al juicio, trayendo a colación aquello que depende del sujeto y aplazando rasgos fenotípicos, lugar de crianza, apellido, forma de hablar etc. etc.

Se trata de un acto de justicia e inteligencia...