jueves, agosto 09, 2012

Quiebres y Transparencias

Una dama oficinista de 35 años trabajaba de lunes a viernes, era ordenada y estructurada con su vida. Se levantaba todos los días a las 06:30 de la mañana, y salía de su casa a trabajar a las 07:45. Siempre trasladaba en un Toyota Yaris, muy eficiente por lo demás, pues nunca había presentado algún desperfecto durante estos años, aspecto muy importante para ella, pues nada sabía de mecánica automotriz. Sin embargo, cierto día, extrañamente el auto no partía. Insistentemente hacía contacto esperando que mágicamente se pudiera solucionar el problema que ella desconocía en absoluto, ya que ni siquiera podía imaginarse la probable causa. El apreciado vehículo terminó ahogado.

El funcionamiento del vehículo era una transparencia para nuestra protagonista, ella solo sabía que funcionaba con gasolina de cierto tipo, que cierto mes debía llevarlo a la revisión técnica y nada más. Jamás pasó por su mente levantar el capot para revisar el motor, radiador, etc. Cuando el auto falló, la mecánica de éste dejó de ser una transparencia, pues sufrió un quiebre cuando dejó de partir.

Vivimos llenos de transparencias, caminamos y no vemos la naturaleza, las aves, no percibimos la brisa de la mañana, no advertimos la tragedia de los mendigos al costado de la vereda, que tenemos dos sanas o funcionales piernas para caminar a nuestra voluntad, que tenemos visión, que hay mucho que conversar con tu familia, que la vida avanza inexorablemente...no es necesario que sucedan accidentes para romper esas transparencias a través de un quiebre, los mejores son los quiebres ocasionados desde tu interior, con entusiasmo por destruir la ceguera de la rutina y la modorra de nuestras lavadoras sociales de cerebros y conciencias.


Adelante, piensa cuántas transparencias te impiden hoy disfrutar de todo lo que hay a tu alrededor.