martes, junio 12, 2012

La Lucha Generacional

Llega un momento en la vida en que te alejas lo suficientemente de la adolescencia como para adoptar un punto de vista crítico -y hasta ácido- hacia ella, repudiando toda actitud de los nuevos jóvenes que se pueda alejar y contraponer con los valores que uno sintió defender o respetar en esa misma etapa.

Si sientes eso, es porque te has pasado al otro lado de la vereda dentro de la lucha generacional, donde tu rol social -esta vez- será transformarte en un vigía de las buenas costumbres y la moral que yacían en el ambiente en que uno se crió y formó, o derechamente te colocas a tratar de enderezar el mundo aunque hayas sido el rebelde más revoltoso de tu generación: quizá falte coherencia, pero mejor ayudar...

Por otro lado, el adolescente impone con la energía e ímpetu de la juventud una sola regla: quebrar las normas, enfrentar a la autoridad, acabar con las injusticias, y sentir que se tiene el futuro del mundo como un sartén por el mango, aunque la lucha sea dura y decepcionante.

El "viejo" domina la convicción que el sujeto u objeto criticado está realmente mal en su postura, más allá que el adolescente se encuentre viviendo en una etapa de "desacato normativo", haciéndolo con un propósito bondadoso y de ayudar a las nuevas generaciones; por otro lado el "joven" se encuentra viviendo lo que le correspondió, ese es el "destino", ese fue su ambiente, familia, educación y tecnología que le tocó vivenciar, por lo tanto, "porque me piden que sea diferente" si no puedo concebir la realidad que tu pretendes que siga, ni nadie me la ha mostrado adecuadamente como para seguirla (o enseñada el joven no tiene el coraje para imponerla y no seguir a la masa, sobre todo por un tema de aceptación social).

Yéndome al lado subjetivo, ubicado en el costado de los post adolescentes, adoptaré la visión pretendida de la bondad y me referiré a mi generación y a la que me antecede en lo relativo a la crianza de los hijos: de lo poco que he visto y escuchado, parece que la constante problemática de hoy es una gravísima carencia de empatía entre los niños y jóvenes, y eso es exclusiva culpa de los padres negligentes, otros francamente ineptos (excepcionamos a los buenos, pero con hijos con transtornos) de estos consumidos tiempos.

Qué diablos han hecho o dejado de hacer estos padres, seguramente "obligados" a trabajar y descuerarse -unos para pagar las cosas que adquieren para ser más y otros para seguir la ruta del ambicioso exitoso- han dejado de conversar con sus hijos, y en vez de eso, les llevan regalitos, engañitos con olor a culpa lacrimógena, enseñándoles que con cosas se hace la felicidad. Cuánto se ha perdido de la vida familiar,que ya no existe. Hay que pensar que estos niños de hoy se les ha hecho como única realidad de vida el estar en soledad, el vivir muchas emociones sin el escuchar de un padre o madre, el escudarse en la impersonalidad de las comunicaciones virtuales.

Lucha generacional siempre ha habido, desde los orígenes del ser humano, es cierto, pero lo único que sabemos, es que esta pelea de valores, costumbres y realidades se hará cada vez más extraña o ineficaz, cuando estos rebeldes solitarios y no empáticos de hoy, o no se pasen nunca a la otra vereda, o si pasando les importe un bledo lo que le pasa a los nuevos jóvenes. Por ahora, algo fácil y de tarea para la casa: no sea idiota, en vez de comprarle cosas inútiles a su hijo, regálele un abrazo de piel y con sentimiento, y regálele el escuchar con atención y conexión empática, eso los validará, legitimará y les dará una real posición existencial en el mundo.   
 

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