(...) Se echó a reír. Era una risa inhumana, la risa más mecanizada que había surgido jamás. Era aguda y explosiva, regular como un metrónomo y sin matiz alguno. -Fíjate en ti -dijo finalmente-. No lo digo con espíritu de desprecio, pero fíjate bien. Estás hecho de un material blando y flojo, sin resistencia, dependiendo para la energía de la oxidación ineficiente del material orgánico..., como esto -añadió señalando con un gesto de reprobación los restos del bocadillo de Donovan-. Pasan periódicamente a un estado de coma, y la menor variación de temperatura, presión atmosférica, la humedad o la intensidad de radiación afecta vuestra eficiencia. Son alterables. Yo, por el contrario, soy un producto acabado. Absorbo energía eléctrica directamente y la utilizo con casi un cien por ciento de eficiencia. Estoy compuesto de fuerte metal, estoy consciente constantemente y puedo soportar fácilmente los más extremados cambios ambientales. Estos son hechos que, partiendo de la irrefutable proposición que ningún ser puede crear un ser más perfecto que él, reduce vuestra tonta teoría a la nada.
Isaac Asimov."Yo, Robot" (1950)

No cabe duda que esta forma de comercio es muy conveniente para estas empresas, en cuanto a lo que en economía de costos refiere, pues se dan cuenta que era efectivo que podían empezar a ahorrarse espacios en sus bodegas, y prontamente a los trabajadores que tienen que mantener en sus establecimientos comerciales.
Jugando a la literatura de anticipación, en un futuro mediano o largo, prescindir de los trabajadores será una realidad muy cruda.
Ahora bien, este costo social tan impopular tiene que contar un chivo expiatorio. Como estrategia de imagen corporativa y comercial ¿A quién le echarían la culpa las empresas? Claramente a nosotros, a los que ocupamos el celular para hacer compras a distancias, a nosotros, los clientes cómodos que dejamos de ir físicamente a las tiendas para no movernos de nuestro sillón.
Pero para ayudar a provocar este cambio ¿Cuál será la jugada previa?
Disminuir la cantidad de trabajadores que atiendan, y a los pocos que hayan, capacitarlos de modo deficiente, para que puedan ayudar lo menos posible, haciendo de la compra en tienda una experiencia poco grata, que nos lleve a cuestionarnos el motivo de por qué mejor no compramos vía internet, que es tan fácil, y me hubiera ahorrado la venida tan nefasta a buscar vanamente a chicos que me atendieran para comprar unas zapatillas.
¿No es que ya le está pasando?
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