viernes, noviembre 01, 2019

Cadena de Concesiones

Lamentablemente esta entrada pensaba publicarla hace varias semanas, antes que sucediera la revolución social de descontento en Chile, pero la ola inevitable me ganó.

La idea era reflexionar sobre la discusión del proyecto de ley que buscaba bajar la duración de la jornada laboral semanal a 40 horas, ya que provocó una acalorada controversia y  resistencia por parte de un sector del país.

El tema pasa por analizar la nueva negativa del sector empresarial para acceder a una propuesta tan legítima y necesaria para la calidad de vida humana de los individuos.

Y me refiero a nueva negativa, porque constantemente toda propuesta de cambio que implicara una sacrificio por parte del sector empleador o dueña del capital, se sometía a un sistemático y predecible rechazo, arguyéndose los más novedosos y catastróficos argumentos.

Así ha sido como variados e innumerables tópicos han sido propuestos y desechados de modo casi automático, entre ellos, y acotándolos al tema laboral previsional, tenemos el sueldo ético y los cambios al sistema de Administración de Fondos de Pensiones (AFP).

Frente a peticiones a gritos de cambios, constantemente la respuesta definitiva ha sido: NO.

Respecto a la reducción de la jornada laboral, y sin analizar ni siquiera la diferencia que hay con el resto de los países que tomamos como modelo a alcanzar, es claramente un beneficio que no resiste mayor análisis, pues el equilibrio entre los mundos laboral, familiar y personal de un trabajador va en directa relación con su calidad de vida, con su realización emocional y espiritual, en definitiva, con su felicidad. Increíblemente, todos estos ámbitos nombrados pasarían a desarrollarse cada uno de manera más eficiente, incluyendo de todas maneras el mismo plano laboral: sí, aumenta la producción, para que les quede claro a los empleadores.

Mención aparte requiere la salud mental, pues somos un país sumido en la depresión, y esto no pasa por tratar constantemente con gente irritada, contar los suicidios o ver a la gente hecha pedazos en las calles, son datos duros otorgados por la misma OCDE.

En suma, estamos frente a un nuevo y necesario planteamiento que cuenta con numerosos fundamentos para ser considerado y aprobado a nivel legislativo, sin embargo, esta máquina no quiere ser detenida, no hay voluntad que quiera sacrificar y ceder un espacio de sus derechos o privilegios.

Una sociedad, en la que operan distintos bloques de intereses, requiere de acuerdos y concesiones frente a temas controvertidos, pero....cuando uno de estos interesados no quiere, a lo largos de décadas, ceder sacrificar y tranzar alguno de sus intereses, se rompe la paz, se acaba con la sana convivencia y se producen las crisis como la que nació en octubre de 2019 en Chile.

La cadena de concesiones, de transacciones, está rota por la ambición sin límites de un grupo social de poder que creyó que podía imponer su postura infinitamente en el espacio y tiempo en que conviven con millones de seres humanos que claman desesperadamente por oportunidades para ser feliz en un mundo enfermo, egoísta y competitivo.

Esta cadena de concesiones, por lo inclinada que lleva tanto, tanto tiempo, es necesario nivelarla dando varios pasos en pro de la familia, institución clave en la formación de personas sanas, felices y adaptadas a una sociedad que tiene que mejorar urgentemente.

De esta forma, el primer paso, necesario y forzoso es rebajar la jornada laboral.
Con ese paso, las personas podrán contar con algo de tiempo para poder compartir en familia y/o desarrollar actividades de índole personal que eleven sus estándares de calidad de vida.

Una vez que las personas puedan estar más tiempo disponibles, debe seguir la modificación o eliminación de la Jornada Escolar Completa, acabando con la concepción velada que los establecimientos educacionales deben funcionar como verdaderas guarderías. Así, niños y adolescentes podrán, asimismo, desarrollar sus vidas en familia y desarrollar actividades complementarias que los ayuden en su formación de seres humanos integrales.

Luego, como sociedad debemos eliminar la concepción de sujeto de consumo, y dejar de vivir para consumir, tarea compleja, pero que podrá ser claramente impulsada si como país nos ponemos de acuerdo con transformar nuestro Estado desde un ente subsidiario y secundario, en un Estado Social de bienestar de sus habitantes.

Esta cadena de concesiones se ha visto absorbida por un océano, ya que son muchas las concesiones que han pasado a la palestra. Gran pena que nuestros representantes, elegidos por la voluntad soberana no hayan escuchado a tiempo los gritos desesperados de sus mandantes; en vez, solo se centraron en las exigencias de los poderes económicos que tienen comprados todos los elementos y puntos claves del funcionamiento estatal, generando una violencia estructural desde sus cimientos hasta la cúspide.

Es hora de cambios.



No hay comentarios.: