lunes, enero 30, 2012

Chile, país de heridas abiertas

La existencia de problemas o conflictos pendientes es un tema inherente a todo tipo de organización, incluso de los propios individuos singularmente.
En el caso de Chile, el episodio histórico social y político más relevante de las últimas décadas lo constituyó el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular en 1973 y el ulterior gobierno militar, el que duró hasta marzo de 1990, año en que asume el poder el presidente Patricio Aylwin Azócar, dando paso a una nueva etapa en la historia del país.
La bipolaridad política e ideológica producida durante los referidos 17 años y la época precedente, llena de acontecimientos dolorosos y emocionalmente fuertes, continuaron de igual o diferente forma durante las décadas siguientes, mantenidas por los ciudadanos antiguos y traspasada a las nuevas generaciones. Así es como hoy, a 22 años del fin del régimen militar, basta apreciar pequeñas señales reñidas con los sentimientos de la época para que nazcan fuertes efervecencias sociales, de vehemencia tan similar -a momentos- a las de antaño.
Cuando vemos a Europa, y las consecuencias de las Guerras Mundiales, hay ciertas medidas y efectos fuertes grabados en el inconsciente colectivo, de modo que las polémicas raciales y políticas sobre todo de la Segunda Guerra son tratados con mucha claridad y resolución, sin dar pasos a discusiones, es decir, el tema está tratado, sentido y posiblemente zanjado, sin perjuicio que haya movimientos radicales en renacimiento.
Guardando las proporciones con lo sucedido en Chile, es válido preguntarse que pasó allá que nos faltó a nosotros para darle un trato más maduro, ubicado y menos salvaje al tema.
Hay personas en la población que dan motivos tenidos por "justificantes" para defender la posición de la derecha y otros la de la izquierda, y en eso no se entrará en cuestionamientos específicos, pero ¿Alguna vez nos hemos preguntado seriamente cuál es la génesis de nuestra posición política?
Al respecto, recurriendo a Humberto Maturana, nosotros sin duda que adoptamos fundamentos para intentar justificar el por qué de nuestras elecciones y ser capaces de defendernos cuándo alguien nos pregunta o cuestiona. Pensamos que contamos con un "sistema racional", con lo que ya nos damos por satisfechos. Sin embargo, "Nosotros hablamos como si lo racional tuviese un fundamento trascendental que le da validez universal independiente de lo que nosotros hacemos como seres vivos. Eso no es así. Todo sistema racional se funda en premisas fundamentales aceptadas a prori, aceptadas porque sí, aceptadas porque a uno le gustan, aceptadas porque uno las acepta simplemente desde sus preferencias. Y eso es así en cualquier dominio, ya sea el de las matemáticas, el de la física, el de la química, el de la economía, el de la filosofía, o el de la literatura. Todo sistema racional se funda en premisas o nociones fundamentales que uno acepta como puntos de partidas porque quiere hacerlo y con los cuales opera en su construcción. Las distintas ideologías políticas también se fundan en premisas que uno acepta como válidas y trata como evidentes de partida porque quiere hacerlo. Y si uno esgrime razones para justificar la adopción de esas premisas, el sistema racional que justifica esas razones se funda en premisas aceptadas porque sí, porque uno consciente o inconscientemente así lo quiere".
Luego Maturana continúa su explicación diferenciando los desacuerdos que se pueden producir por ejemplo entre cuánto es 2+2, lo que se resuelve sin que uno vaya más allá de ponerse colorado, sin enojo. Pero hay otras discusiones en las cuales nos enojamos, caso es de las ideológicas, cuando la diferencia está en las premisas fundamentales que cada uno tiene. "Esos desacuerdos siempre traen consigo un remezón emocional, porque los participantes en el desacuerdo viven su desacuerdo como amenazas existenciales recíprocas. Desacuerdos en las premisas fundamentales son situaciones que amenazan la vida ya que el otro le niega a uno los fundamentos de su pensar y la coherencia racional de su existencia".
Por eso, estimado lector, Don Humberto nos dice que existen disputas que jamás se van a resolver en el plano en que se plantean, y todo porque LAS PREMISAS FUNDAMENTALES DE UNA IDEOLOGÍA O UNA RELIGIÓN SE ACEPTAN A PRIORI Y, POR LO TANTO, NO TIENEN FUNDAMENTO RACIONAL.
Así, ¿Usted comprende ahora por qué sus padres o mayores en algún momento le dijeron "en la mesa no se habla de religión ni de política"?

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